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jueves, 5 de agosto de 2010 | | | |

Polémica: La ley SB 1070, pensada para identificar y deportar a inmigrantes ilegales.
04-08-2010 /  El cielo azul del desierto entré México y EE. UU. se cubre por nubes de incertidumbre y discriminación racial.


Por Lydiette Carrión

Cuando los mexicanos leen sobre la ley SB 1070, pensada para identificar y deportar a inmigrantes ilegales, revive la percepción de que Arizona —poblado por lo que se conoce despectivamente como “white trash” (“basura blanca”, un término peyorativo aplicado a blancos pobres y de bajo nivel cultural) y por  inmigrantes pobres— es un lugar indeseable.

No es así. Arizona es un bellísimo lugar en el que la miseria mexicana y los conflictos demográficos y políticos de EE. UU. crearon un caldo de cultivo que permitió terribles retrocesos en derechos humanos y sociales, cuya “joya de la corona” es la ley SB 1070.

Arizona fue el último estado continental admitido en la Unión, en 1912. Antes de eso era un territorio escasamente poblado por personas de origen mexicano. El sur de Arizona  fue la última fracción de territorio mexicano que pasó a formar parte de EE. UU., pasada la segunda mitad del siglo XIX. Por eso, en el sur de Arizona lo mexicano y lo estadounidense se confunden.
Sonora y Arizona eran, hasta hace 30 años, una unidad cultural, ecológica y económica. Los amigos y familiares de las familias que habían quedado del lado estadounidense cruzaban caminando la frontera sin mayor problema para visitar, trabajar o hacer compras del otro lado. La frontera era borrosa e indefinida, sobre todo en el aspecto cultural.

Incluso, según Guadalupe Castillo, maestra de estudios méxico-estadounidenses en el Pima Community College, el arquetipo del cowboy que conquista el Salvaje Oeste es una imitación del vaquero mexicano de Texas, Sonora, Nuevo México y las Californias. ¡Qué emblemático! ¡La figura que define al estadounidense es un regalo de la cultura mexicana!

Hasta inicios de los ‘80, Arizona era un lugar lejano, con una baja tasa de densidad poblacional; un cúmulo de pueblitos más o menos grandes, más o menos rurales, dedicados al algodón, la ganadería, los cítricos y la extracción de cobre.

En los ‘80, cientos de hombres blancos que venían huyendo de las atiborradas ciudades del este y de las violentas ciudades del oeste buscaron refugio en ese desierto. Así, los poblados tranquilos se vieron perturbados por los “pájaros de invierno” que llegaron para no irse.

En los ‘90, el fenómeno se disparó. En 1990, el estado tenía 3.665.228 habitantes según el US Census Bureau. En 2000,  5.139.632; y en 2009, 6.595.778.

Pero no sólo fueron los “snowbirds”. En el lado sur de la frontera, en México, decenas de miles de trabajadores rurales se vieron sin nada, a partir del desastre que significó para el campo mexicano la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Ya entrado el siglo XXI, el endurecimiento de las fronteras de California y Texas promovió que cada vez más migrantes mexicanos se arriesgaran a cruzar por el desierto de Sonora-Arizona.

Según datos del Pew Hispanic Center, la población hispana, que en su mayoría es mexicana, roza el 38 por ciento en toda Arizona.

El auge poblacional recayó en uno de los estados de más medianía de EE. UU., aunado a una cultura alejada de las grandes vanguardias culturales y políticas de las costas.

Fue así que se presentó la oportunidad para personajes como Joe Arpaio, sheriff del condado de Maricopa desde 1992 (al que pertenece Phoenix), famoso por enviar a “acomodar” a los presos en carpas, sin ningún  alivio para los ardientes veranos de la región y obligarlos a llevar ropa interior rosa.

Durante estas décadas, de forma progresiva, se fueron reduciendo las prebendas para los indocumentados. Algunas disposiciones en salud por aquí, otras en educación por allá, hasta ahora, que con la ley SB 1070 se promueve el racismo y la discriminación de forma exponencial.
Pero el malestar de Arizona no se debe sólo a los inmigrantes. Es uno de los estados más golpeados por la recesión, ya que parte de su crecimiento se debía a la industria de la construcción, una de las más aniquiladas durante la crisis del año pasado.

Además, con recursos naturales muy limitados, la vida se encarece. Por ejemplo, junto a los desiertos, los “snowbirds” crearon idílicos y verdes campos de golf, que drenan la escasa agua del desierto.

Pero si se fueran todos los inmigrantes ilegales, la pobreza de Arizona no cesaría. Fuera de Phoenix, el estado tiene poco desarrollo industrial y tecnológico. Y fuera de Tucson y Flagstaff, poca oferta cultural.

Lo que sí, los mexicanos, sonorenses en su mayoría, que continuaban con esa tradición añeja de cruzar la frontera para hacer compras en los malls dejarán de hacerlo. Tampoco habrá más estudiantes de intercambio, ni se respirará esa sensación de paz que otorgaba el desierto. 



* Publicado en Newsweek El Argentino


1 comentarios:

Alzate Olas SubVersivas dijo...

Ⓥ Victory es una Fiesta¡¡¡

♥ Ópalos black blood ✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿

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PD.- ¡Raíces Reales... Sépanlo bien, Baldheads-Marines!: "Incluso, según Guadalupe Castillo, maestra de estudios méxico-estadounidenses en el Pima Community College, el arquetipo del cowboy que conquista el Salvaje Oeste es una imitación del vaquero mexicano de Texas, Sonora, Nuevo México y las Californias. ¡Qué emblemático! ¡La figura que define al estadounidense es un regalo de la cultura mexicana!" (Cf. L. Carrión, Goddbye Arizona en nO vOtE nUnKA mÁZ - http://www.novotecr.com/2010/08/l-carrion-goodbye-arizona_05.html)

TLⒶZOCⒶMⒶTI LYD, RESISTENZIⒶZ FORTÍSIMⒶZ¡¡¡

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