.:: Gabriela Hernández Hernández - MaL DE PATRIA ::.

lunes, 14 de junio de 2010 | | | |
 V
El “Caso Dallas Cup”
En marzo de 2005 el “Club Deportivo San Isidro de Pérez Zeledón”, un equipo de fútbol juvenil que provenía de la Zona Sur de Costa Rica, llegó a Estados Unidos para participar en la prestigiosa Copa Dallas. El resultado de los tres partidos que jugó el equipo fue desastroso: en su primer encuentro le anotaron 11 goles; en el segundo 6 y en el tercero 16. En total 33 goles. El Club Deportivo San Isidro de Pérez Zeledón no logró marcar ni un gol; sus jugadores con dificultad pudieron pasar de la mitad del campo, algunos estaban lesionados y otros fueron descalificados por contar con más edad de la reglamentaria. Tras el torneo ninguno regresó a Costa Rica.
Días después se conoció la noticia de que en realidad se trataba de un grupo de muchachos que intentaban emigrar a Estados Unidos y para conseguirlo se hicieron pasar por promesas del fútbol, burlando a las autoridades y medidas migratorias y a los organizadores de la Copa. Habían sido reclutados por un “coyote” (traficante de personas) a quien pagaron una considerable suma de dinero para que los enlazara con familias costarricenses en diferentes destinos de aquel país. Muy pronto el escándalo se disipó y no se habló más del caso ni se supo de los chicos.

Hacer un documental
Fascinada por la historia, me propuse hacer un documental que me sirviera de excusa para ir en busca de estos jóvenes, conocer su paradero y cómo esta aventura está marcando sus vidas. Mal de Patria se concibe entonces como una gran travesía que sigue los pasos de los muchachos. La búsqueda avanza en una geografía, entre territorios distantes y contrastados, pero es también un viaje por sus emociones, inquietudes y fantasías; su búsqueda personal en plena juventud cuando todo alrededor -la familia, la economía, el país entero- parece desmoronarse. En el camino encontraremos también a otros personajes que se involucran en la trama: el reportero de un diario local sensacionalista quien dio a conocer la primicia; directivos de clubes de fútbol y autoridades de migración sorprendidos por la noticia; el médico que alertó sobre la mala condición física de los supuestos futbolistas; las familias de Dallas que acogieron a los chicos en sus mansiones como verdaderas estrellas de fútbol; jugadores del River Plata, el Glen Shields Sun Devils y el Chicago Magic, equipos a los que se enfrentó el simulado Club Deportivo de Pérez Zeledón; las humildes familias que aguardan a sus hijos en los pueblos de la Zona Sur de Costa Rica, así como sus vecinos y allegados.
Mi intención fue acercarme a los personajes hasta lograr una reflexión honesta sobre esta pequeña hazaña, este ingenioso plan, este viaje emprendido, pasando por distintos estados de ánimo: desde el humor hasta la añoranza, el “mal de patria”. Poco a poco se crearía una especie de mosaico, con situaciones y relatos, en el que se explora la realidad y el imaginario de esta experiencia que comienza como una travesura y termina siendo el retrato de todo un país en la búsqueda y recomposición de su identidad. 
Al final de la película volveríamos al punto de partida. De nuevo una noticia en los medios y la idea de que el flujo migratorio es precisamente eso, un flujo continuo, imparable: otro grupo de jóvenes costarricenses -también de la Zona Sur- fue detenido en México intentando ingresar en los Estados Unidos. Esta vez los muchachos fingieron ser una delegación de karatekas. 

¿Por qué?
Inicialmente me propuse hacer una película de migrantes costarricenses en Estados Unidos porque es precisamente un tema del que no se habla. Seguimos convencidos de que los costarricenses casi no emigran: ¿quién querría irse de la “Suiza centroamericana”? Pero lo cierto es que tenemos que empezar por admitir que los “ticos” también emigran y que éste es un fenómeno que atraviesa como un gran eje la realidad del país. 
Creo que al abordar el tema de la emigración hacia los Estados Unidos podemos hacer una lectura de lo que ha pasado en Costa Rica en los últimos 25 años, ya que es con la aplicación de un modelo económico neoliberal (años 80) que las zonas tradicionalmente agrarias se desarticulan y terminan expulsando a su población. La falta de empleo y perspectivas hace que muchos jóvenes decidan probar suerte fuera del país. Es de estas regiones y circunstancias de donde salen nuestros personajes. El resultado es que hoy muchos costarricenses reafirman sus raíces culturales o recomponen su identidad desde su condición de migrantes.  
Mi principal preocupación es la gente, expuesta en su vulnerabilidad, pero también en su vitalidad. Más que la certeza de la migración, lo que personalmente me interesa es reflejar y reconocer la crisis que vivimos como sociedad y ese sentido de pérdida y expulsión del “paraíso” que experimentamos. Se trata de remover una serie de invenciones sobre nuestro pasado y enfrentarnos a la interrogante de quiénes finalmente somos los y las costarricenses. 
A medida que me adentro en el proceso de formulación de este proyecto, me doy cuenta de que un sector de la población que se ha visto particularmente afectado es el de los jóvenes, con sus aspiraciones y valores trastocados. Esta película se trata fundamentalmente de lo que significa crecer o ser joven en estos tiempos, en esta sociedad, en este país que ya no es el mismo y quién sabe si alguna vez fue lo que legendariamente se dijo. 
Seguir a los chicos del falso equipo de fútbol, intentar comprenderlos, mostrar lo que están haciendo o esperan lograr, será entonces como retratar a un país entero -Costa Rica- en la búsqueda de su identidad.  
En medio de una nación que se resquebraja, de un modelo y un mito agotados, del impacto de la globalización, surgen nuestros audaces héroes, las estrellas de cine en una hazaña al mejor estilo costarricense: una película sobre migrantes que también hace reír.

Publicado en Chicago por contratiempo

Gabriela Hernández Hernández es cineasta costarricense.

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