.:: J. Castillo Arias - IMPUGNACIÓN DE LAS ELECCIONES Y DE LA IZQUIERDA ACTUAL ::.

jueves, 1 de octubre de 2009 | | | |

Sólo unos socialistas puros de corazón, no-violentos y amantes de la verdad, podrán construir una sociedad auténticamente socialista.
Gandhi



EN EL INTENTO por construir una definición de la política, acorde con las circunstancias actuales, creo que es necesario replantearse la supuesta diferencia entre izquierda y derecha. De entrada, ni siquiera mencionar el fementido centro y sus variantes, pues en la realidad política no existe: el centro y sus variantes son solo una creación ilusoria de los publicistas electorales, al igual que la consigna “vote a ganar”. ¿A ganar? ¿Qué o quiénes? Pura invención publicitaria para manipular a las mentes desinformadas y desarmadas, por parte de los grandes medios de (in)comunicación social. Para empezar, creo que la clásica distinción entre izquierda y derecha, no tiene ningún sentido en la realidad actual. Tal y como lo sostuve hace un tiempo, refiriéndome a cualquier gobierno de este país, este puede ser tan de derecha o tan de izquierda, como la coyuntura se lo permita, para mantener vigente el mito del centro, de la “democracia a la tica” (que solo es atolillo con el dedo, como decían los abuelos y las abuelas), donde todos y todas podemos decir lo que nos dé la gana, sin que nadie nos moleste. Incluso se permiten los discursos más irreverentes y corrosivos, lo que no permitimos es que sean apoyados por muchos o muchas (para esto los grandes medios de in-comunicación social son expertos creadores de círculos de silencio alrededor de ciertas concepciones filosóficas y anti-políticas) y mucho menos permitimos, que algunas personas partidarias de la subversión intenten pasar a la acción. Entonces, cuando hacemos referencia a izquierda y a derecha, en la época actual, nos referimos simplemente al espectro del discurso político, del discurso del poder político. Y en realidad esta conceptualización no es tan diferente del origen de los calificativos de izquierda y de derecha, en la Montaña en la Revolución Francesa (jacobinos y girondinos, respectivamente). Si en algún momento se quiso definir la izquierda como corriente revolucionaria y la derecha como corriente conservadora, esto sí, ya no tiene ningún sentido. Solo basta ver el panorama político de América Latina hoy, mezcla abigarrada de gobiernos de izquierda y de derecha; no habiendo en ningún país, ningún proceso revolucionario en curso, todos los países presentando una desgarradora desigualdad social, una corrupción generalizada, violencia a todo nivel, exclusión y más exclusión. Es sorprendente como los “analistas” políticos incluso hacen distinciones entre los gobiernos de izquierdas, los “radicales” (Hugo Chávez, Evo Morales) y los responsables (Lula, Bachelet, Ramos). Los “radicales” solo lo son de la lengua para afuera, porque mantienen unas sociedades marcadas por la ignorancia y la pobreza más pavorosas. Los “responsables” solo son parte de la creación de ornitorrincos de la postmodernidad: los neoliberales de izquierda. En este estercolero de las diferencias de la izquierda, hasta aparece un gobierno de izquierda “lumpen” o delincuente, cuya pareja gobernante (Ortega-Murillo) amenaza salir del poder, más rica que el viejo dictador derrocado, un 19 de julio de un año del que no quiero acordarme, diría Cervantes, en un territorio contiguo al nuestro. Los “pleitos” entre los gobiernos de izquierda y de derecha, por ejemplo, entre Chávez y Uribe, terminan siempre en nada, pues son hermanos siameses en el poder y sostenedores ambos de sociedades devastadas por la desigualdad social, el narcotráfico y el militarismo. Son más importantes los vínculos económicos de las burguesías locales, que los discursos políticos de los gobernantes. El loco Hugo lo único que hace es hablar, hablar y hablar, hacer el payaso del Tío Sam (porque disciplinadamente le envía –todos los días– el petróleo que el Tío necesita para que su economía capitalista funcione normalmente) y de las excesivas ganancias obtenidas por el petróleo (antes de la “crisis”) y otras fuentes naturales (véase que este gobierno de izquierda, no es siquiera favorable a la protección y conservación del medio ambiente y la naturaleza), las ganancias, después de que se sirven sus familiares, amigos y cómplices, las boronas, lo que sobra, las reparte el loco Hugo, entre las masas empobrecidas de Venezuela (misiones de no se qué, que no producen ningún cambio social de importancia). Los resultados de esta bufonada se verán claramente cuando el gobierno de este Bonaparte criollo termine, lo cual se acerca con la caída de los precios del petróleo. Detrás de la retórica, no hay nada absolutamente. Las izquierdas de América Latina (Costa Rica incluida), hoy no son revolucionarias, son conservadoras, eficientes administradores de los otrora criticados –verbalmente– Estados burgueses. En algunos casos, por ejemplo Lula, se habla de una excelente administración, pues, además de mantener las condiciones favorables para el funcionamiento de la economía capitalista, su figura hace contrapeso a los movimientos sociales de base, como el movimiento de los sin tierra. ¿Qué queda de la izquierda como alternativa revolucionaria? Nada, ni siquiera las sectas trotskistas nos ofrecen otro programa que el del poder, el del Estado “socialista” (peor contradicción no se les puede ocurrir, lean, por favor, al “marxista” Henri Lefebvre, al respecto: socialismo y Estado es una contradicción) Como le dije alguna vez, a un viejo compañero del trotskismo, disculpe, el poder no se toma, el poder se escupe. Toda concepción que se diga “revolucionaria” y tenga como paso “obligado” la “toma del poder” (la dictadura del proletariado sin el proletariado, como en Venezuela, con la burguesía bolivariana) es esencialmente contrarrevolucionaria, y ahí está la historia reciente del siglo XX, del universo burocrático, para confirmarlo. Actualmente la distinción entre izquierda y derecha se refiere únicamente a la retórica de los políticos, no a una diferencia frente al sistema capitalista (por favor, dejemos de bobalizarnos con el cuentazo del “neoliberalismo” y la “globalización”, la realidad sigue siendo el sistema capitalista, triunfante en todo el mundo). El sistema capitalista es sostenido y conservado por la derecha y por la izquierda, actuales. Alguien, a estas alturas, cree que en Venezuela se está construyendo el “socialismo”? Sería el “socialismo” del desierto (explotación irracional de los recursos naturales), del cuartel y del tugurio, el “socialismo” del caudillo, no el socialismo de los consejos. Como decíamos, hace unos años, a modo de chiste, en una reunión de la “izquierda revolucionaria”, en casa de la recién fallecida compañera Libia Cordero: ¿qué es el movimiento estudiantil de Chile, frente al gobierno socialista de Bachelet? La derecha. Este último primero de mayo, en Costa Rica, creo que nos quedó claro, en la práctica, los conceptos de izquierda y derecha, pues, la coalición de izquierda y derecha, primero, aisló al bloque negro, luego lo delataron a la policía y finalmente, la policía los reprimió, golpeando y encarcelando a jóvenes, cuyo único delito es creer en la posibilidad de una sociedad justa y libre, sin Estado, sin capitalismo, sin enajenación. Porque si se tratara del delito de “daño al patrimonio histórico”, habría que encarcelar a toda la clase política de este país, desde la conquista y la colonia, desde los que regalaron la riqueza arqueológica a Minor Keith, hasta la misma directora del Museo Nacional. ¿Sabrá esta señora dónde están las principales riquezas arqueológicas de este territorio, arbitrariamente llamado Costa Rica? En los Estados Unidos de América. Izquierda y derecha, la misma m…, y no es mayonesa.

Pienso que los pobres de este lastimoso país hemos estado recibiendo en los últimos años, las peores golpizas de nuestra historia. Desde hace más de veinte años hemos venido sufriendo: a) el aumento constante del costo de la vida, sin recibir ningún aumento salarial, apenas mínimos “reajustes” salariales, menores a la tasa de inflación (definida por el mismo Estado), lo que ha provocado el aumento en la pobreza y la miseria: la peor forma de violencia existente; b) el saqueo por parte de las clases dominantes de las instituciones públicas (Banco Anglo, Aviación Civil, Caja Costarricense de Seguro Social, Instituto Nacional de Seguros, Instituto Costarricense de Electricidad, Fábrica Nacional de Licores, Instituto de Desarrollo Agrario y demás, creo que sería más corta la lista de las instituciones estatales en donde no se ha metido a robar la clase política y los políticos de clase) y de los denominados “programas sociales” (Plan de Emergencias, FODESAF, Reconversión Productiva y demás); c) la generalización de la corrupción burocrática estatal por parte de empresas privadas (Finlandia, Alcatel y demás) y de Estados extranjeros (Taiwán, y ahora China “comunista”), corrupción que ha significado la entrega de buena parte de la riqueza social (tiburones de la Isla del Coco, telefonía, aeropuerto, revisión técnica y demás) a cambio de “regalos”; d) los últimos cuatro gobernantes han asumido el poder con sus empresas privadas en quiebra y han salido de sus gobiernos de nuevo con empresas rentables y con las cuentas en el extranjero al tope (Figueres Olsen, Calderón Fournier, Rodríguez y demás), la piñata ha sido bestial (la de los “sandinistas” y Alemán, que La Nazión y Julio Rodríguez satanizan, es un juego de niños en comparación), sino simplemente echen una mirada a los contratos de electricidad de Figueres y sus compinches, y a los contratos de alcohol en la gasolina de Arias; e) los derechos laborales han sido abolidos en la práctica de las empresas transnacionales (vayan a darse una vuelta por las empresas que funcionan en las pomposas Zonas Francas, o Intel) y ya no rigen en las zonas bananeras (la situación descrita por Calufa en Mamita Yunai, hoy es la misma en el Caribe) ni en las zonas azucareras, cafetaleras, algodoneras, ni se diga en construcción y en oficios domésticos o en “seguridad privada”; f) los migrantes nicaragüenses convertidos en “nuestros” braceros, como los mexicanos en USA, no conocen de derechos, a pesar de que la constitución reza la igualdad de derechos de todos los seres humanos que vivan en esta tierra; g) el desempleo, el subempleo, el empleo informal, la realización de dos jornadas laborales, la emigración forzosa a USA (hipotecando el presente y el futuro en aras del maldito sueño americano), la prostitución forzada de ambos sexos, el tráfico de drogas como única alternativa, las denominadas actividades de sobrevivencia, constituyen la vida cotidiana de gran parte de la población; h) el aumento de niños y niñas en el sector laboral, que incluye actividades como la pornografía y la prostitución, son el pan de cada día, gracias a la transformación del país en un destino turístico: en el paraíso de la prostitución juvenil, los casinos y las drogas; i) la inaccesibilidad a los servicios de salud de calidad y a la educación, cada vez más frecuente; e infinidad de infamias y crímenes, no legislados por supuesto en el código penal vigente, que se han cometido y se cometen, contra los pobres de este pobre país, y que no continuo porque al final me daría temor quebrar con mis principios de no violencia. Porque la miseria y su hermana siamesa, la ignorancia, son las peores formas de violencia existente. Este es un panorama que ni la prensa burguesa ha podido ocultar, allí espaciadamente y en rutilantes reportajes nos lo ha ido describiendo, poco a poco, como desnudista en cabaret. Y si a esta penosa y dolorosa situación económica, social, sanitaria y cultural de la mayoría de la población costarricense; le sumamos la descomposición política predominante en todos los partidos políticos y en el ente regulador denominado tribunal supremo de elecciones, el caos, y no la anarquía, es completo. Ahora no se ponen de acuerdo siquiera en las reglas mismas del juego electoral. Crean leyes como siempre lo han hecho: sí, pero no. Como decía nuestra gente en años anteriores: hecha la ley, hecha la trampa. El circo electoral es un verdadero desastre.

Siguiendo la división tradicional de izquierda y derecha en el espectro político, que más parece monstruo de mil cabezas, la derecha sería quienes apuestan a la continuidad de este podrido sistema, con parches o sin ellos (Partido Movimiento Liberticida, Partido de Calderón Fournier, Partido de los Arias Brothers con la novedad de la Tatcher tica de candidata, Partido de Otón), mientras que la izquierda la compondrían, en “teoría”, quienes se oponen al sistema reinante y luchan por la construcción de una sociedad diferente basada en la justicia y la libertad. Era de esperar entonces, que la “izquierda” estuviese integrada por personas sensibilizadas, especialmente por el panorama anteriormente descrito y que por tal razón dedicarían sus esfuerzos a motivar y organizar la lucha de los pobres, a educar a los pobres, a impulsar la movilización autónoma de los excluidos de este sistema. Pero no, en este pequeño territorio, como en otros países de América Latina, no ocurre así, aquí la “izquierda” está integrada por una partida de ideólogos vanidosos, más preocupados por su bella imagen en el espejo que por el sufrimiento de los pobres. Todos, sin excepción alguna, anteponen sus graves y ridículas concepciones político-ideológicas, sus aspiraciones electorales, sus egos inflamados, a la tragedia que vive nuestro pueblo. No más basta echar una mirada a sus motivaciones actuales, todos corren desesperados a resucitar a través de un sistema electoral contrahecho, fraudulento y corrupto, pretendiendo arrastrar a los pobres al pantano de un proceso electoral. Cómplices del sistema depravado que desangra al pueblo, se dividen en pequeñas tribus llenas de discursos que reclaman la posesión absoluta de la verdad (frente ancho de Merino, alianza patriótica –como si los pobres tuviéramos patria– y otras pequeñas sectas estalinistas y trotskistas). Están muertos y pretenden que el sistema los resucite, inscribiéndose en las papeletas electorales. ¿Y los pobres?, bien y usted. Están ciegos (ceguera auto perpetrada probablemente), no se dan cuenta que la prensa burguesa los utiliza como parte del maquillaje de la miserable democracia de cada cuatro años, y que entre más divididos mejor aún. La vanidad de los lidercillos de esta “izquierda” no tiene límites, no la detiene ni siquiera la miseria y el hambre, de los trabajadores bananeros del Sarapiquí, ni de los desempleados del sur. Ellos están más preocupados por cumplir con los procedimientos burocráticos y formalidades legales del sistema electoral podrido, que por organizar la movilización social que detenga esta tragedia de una vez y por todas. Hoy, cuando deberían estar en la calle reclamando el fin de esta iniquidad sin fin que vivimos los pobres, ellos están en el salón de belleza tratando de agarrar nuevos aires para los salones de baile de la burguesía. Terrible este espectáculo, personas que se dicen pensantes y estudiosas, pero que no aprendieron nada del pasado, que insisten en servir de comparsa en el carnaval electoral burgués; pues como dice Ernesto Guevara de la Serna: “(...) el imperialismo al contrario de algunos progresistas, sí aprende con sus errores.” Vanidosos que han sepultado el futuro de la gente, en sus ruines intereses personales disfrazados de intereses políticos. Egos que se inflan al ver sus fotos y sus nombres en la prensa burguesa, que se atreve a denominarlos la “izquierda” de este país, junto con el remozamiento de los partidos políticos de la derecha que se presentan como opción al cadáver del bipartidismo. No se dan cuenta, por su egolatría seguramente, que el bipartidismo murió hace años. “Izquierda” divorciada de la problemática de los pobres, discúlpenme, pero, eso ya no es izquierda, huele a podrido igual que este maldito sistema que permite tales afrentas a la dignidad humana. Como diría el poeta César Vallejo: “Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás.

Agréguese a este tétrico y desolador panorama, el engaño descomunal que significó el denominado “movimiento contra el TLC”, que de las proclamas y las payasadas permanentes nunca pasaron, pues nunca tuvieron un interés real en desarrollar la organización y movilización social contra la imposición imperialista. Dicho “movimiento” se vio “representado” por los farsantes de siempre, que intentan usufructuar de cualquier movimiento social y asegurar sus prebendas y privilegios. Como fue denunciado en su momento, existieron compromisos de las dirigencias sindicales y politiqueras, por hacer simplemente la pantomima de la oposición al tratado y a su agenda de implementación, mientras dichos proyectos eran aprobados por la asamblea legislativa, con los votos de la banda de los 38, y la retórica falaz del PAC (que dice “no”, pero “respetando la decisión de la mayoría”, como dulcemente adornan su inquebrantable fe en el capitalismo).

Había sostenido, como libre pensador, que la izquierda debía renovarse y volver a constituirse en la alternativa de los pobres, que abandonando sus esquemas dogmáticos y sus vanidades, debían unirse para organizar la movilización social contra la tragedia de la pobreza y la ignorancia. Había sostenido que a pesar de las diferencias existentes entre los que nos llamamos, en algún momento, de “izquierda revolucionaria”, debíamos anteponer la necesidad de impulsar y motivar la movilización social, pero hoy el espectáculo es verdaderamente deprimente: frente amplio, alianza patriótica, vanguardia popular, maíz, trotskistas fraccionados infinitamente, unión patriótica, integración nacional, pase, rescate nacional, y demás grupúsculos, todos tan preocupados por su vanidades y conseguir un escaño en la porqueriza parlamentaria, o en administrar el Estado capitalista, como lo hacen sus congéneres en Sudamérica. Por eso la única alternativa, son los proyectos anarquistas y de las asambleas populares, que convocamos al abstencionismo combativo, al impulso de la movilización social autónoma. La aristocracia sindical y la dirigencia politiquera solo es una “izquierda” decadente que, hace rato, dejó de ser el vocero de los intereses de la mayoría de la población, excluida del acceso a educación, alimentación, salud, cultura. Los comités patrióticos, como única forma de auto-organización surgida de la lucha contra el falso acuerdo comercial, deben rechazar la participación en la bufonada electoral, y continuar las nuevas luchas en defensa del ambiente, del agua, de los derechos elementales vulnerados todos los días por el poder. Al carajo los partidos políticos de cualquier marca, confianza solo en nosotros mismos, en nosotras mismas.

La política ya no se diferencia de los demás productos del mercado libre de bienes y servicios. Se podría afirmar, sin temor a equivocaciones, que la política es una mercancía más en dicho mercado. Hace algunos años, quizá era posible alguna pequeña distinción entre los políticos y los detergentes, hoy no existe ninguna: todos lavan más blanco (y no es chiste). Candidatos, candidaturas, electores, indecisos, son distintas marcas de un mismo producto, quienes se rigen por la ley de la oferta y la demanda. El dinero y no las ideas son el motor de la política. El mercado, como dice Octavio Paz, "sabe de precios, no de valores.". Después del dinero, lo demás viene por añadidura: sometimiento, subordinación, domesticidad, hegemonía, poder, pacto, el ser o no ser del animal político, elegir o ser electo. ¿Vieron el patético discurso de la derrota del Yoni Araya o la entrevista del rector Trejos sobre los insondables desatinos de dios? Esencia de la política.

Pensamiento, programas, proyectos, ideas, son sólo palabras en desuso, son sólo "gato por liebre", pues lo esencial hoy es prometer, prometer una vida fácil, gratuita (como el bono o como la lucha contra el “neoliberalismo”). Antes, los filósofos, los estudiosos de las ciencias políticas, y demás pensadores de las ciencias sociales, debatían respecto al concepto de política, hoy no se debate nada y la política es practicada por los profesionales en mercadotecnia, publicidad, estadística..., la imagen es lo esencial, ya no es definida conceptualmente, de ninguna manera. Antes, hacer política era discutir sobre paradigmas sociales, hoy es organizar una fiesta con cerveza y chicharrón, y dejar, de paso, establecida la papeleta y la repartición de puestos. La política es sólo una actividad económica más en la actual sociedad de libre mercado y bobalización. De allí que el elemento capital haya cobrado un carácter esencial, sin capital no se puede hablar de políticos, sino de minorías fantasmales. Los grandes aparatos políticos han cubierto la totalidad del panorama social. Esos aparatos sólo funcionan con capital, más trabajo asalariado y un ejército rebuznante de consumidores, dispuestos a devorar cualquier producto de tales aparatos. La política funciona hoy como cualquier gran corporación indus¬trial: se empaca cualquier baratija en un cartón de colores vistosos (probablemente en los países comunistas China o Vietnam), se invierten millones en publicidad y millones o miles de almas penitentes acuden a los centros comerciales o a las escuelas el día de elecciones - a consumir el gato por liebre, carne de no se qué macmierda o carne de cosa en k f c.

Si alguien me preguntara, ¿por quién debo votar?, le diría, por usted mismo. El día de elecciones organice con sus familiares y amigos un día de campo o un día de playa, descanse, alegre su maltrecho espíritu, respire aire puro, desintoxíquese, déle una oportunidad a su cuerpo y ante todo aléjese de las urnas electorales, es su derecho democrático. Vote por usted mismo, no se deje arras¬trar por la palabrería demagógica, disfrute el verano de febrero. Las playas, las montañas, lo esperan, vote a favor de su cuerpo y de su espíritu. Aléjese del ruido ensordecedor de la política. Así como nadie lo puede obligar a tomarse una Coca Cola (las aguas negras del imperialismo yanqui), nadie lo puede obligar a respirar el aire enrarecido de los centros de votación.


recordá

Si nadie es la solución, vote por nadie.

Si los políticos de verdad pretendieran el bienestar del pueblo, no gastarían tanto dinero en la campaña electoral.


Si nadie te ayuda, votá por nadie.


¿Ya votaste? Ahora sentate a esperar que los políticos decidan por vos.


Nadie: es la solución.


Como diría don Francisco de Quevedo: “Nadie ofrece tanto como el que nada puede cumplir.”

Si votar sirviera para algo, sería ilegal.


Si vota, después no se queje.


No sea bruto, no bote, digo, no vote.


“Votar” basura es un acto indecente que no debe cometer ningún costarricense.

Cuando me hablan de política y de políticos solo pienso en dos palabras: inmoralidad y perversión. Alguien se rió porque solo había escuchado esas dos palabras en referencia a la conducta sexual de las personas. Reduccionismo (y del peor) se llama esa figura. La inmoralidad es el saqueo de los bienes públicos y la perversión es el discurso electoral para seducir a los borregos para que vayan a votar. Lo que dos personas adultas hagan con sus cuerpos en una cama, conciente y libremente, nunca puede ser ni inmoral, ni perverso.

Como los políticos nos llaman a votar y no a gobernar, el voto les vamos a negar.



mandamientos de la abstencionista consciente de sí


No votarás.


Odiarás el voto sobre todas las cosas.


Preferirás el pecado de la carne que el dedo manchado.


No mancharás tu dedo en vano.


Abominarás del primer domingo de febrero.


Amarás el no-voto como a ti mismo.


No codiciarás el voto de tu prójimo.


Impedirás el voto de padre y madre.


No dejarás ningún voto en blanco.


Amarás la playa y la montaña, antes que la urna electoral.



Y si quiere aprovechar el día electoral para meditar seriamente, le recomiendo El derecho a la pereza de Paul Lafargue.

Si no responden a tu llamada,
camina solo, camina solo.
Tagore




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